viernes, 19 de marzo de 2010

LA TETERA ROJA

Una sonrisa interior le recorría las entrañas, qué extraño, se decía, desde pequeño habia estado persiguiendola, en sueños convertidos, al fin, en pesadillas. Ella siempre le decía lo mismo, hacía lo mismo, miraba lo mismo, y él, tanto en sueños como después, al despertar no podía hacer nada, se quedaba inmóvil observando la pared, llena de dibujos, pequeñas obras de arte, que explicaban aquel juego onírico. Un mural de miradas adornaba de misterio la pared, pero había uno en especial que le atrapaba desde el primer parpadeo; aquella figura tan sensual observándole, acechando cada movimiento bajo las sábanas. Se sentía ciertamente acosado, perpetrado en una humilde cama, sin escapatoria alguna. Todo en el era juzgado, deseadamente sentenciado por ella.

Llega la noche, la luz de una farola lejana ilumina la habitación, no puedes dormir, sabes que te está mirando,lo sientes en la piel, lo siente tu alma; aun así intentas cerrar los ojos, concentrándote en pensamientos absurdos, suicidas en un mundo del que ya es imposible escapar. Sus ojos derriban tus paredes mentales y, sin darte cuenta ya estas soñando con ella, te tiene agarrado de las entrañas. Su voz sibilante, suave, te mueve cual marioneta de segunda, ya formas parte de su pequeño mundo de esclavos oníricos.

Y empieza otra vez, no la ves venir pero sientes su calor, hueles su perfume de muerte, acercándose a ti, suave, casi como un susurro; el calor de sus manos acariciando tu pelo eriza todo tu cuerpo, tan acostumbrado y a la vez asustado por el deseo que llega a emanar de ti, es increible como con apenas un dedo rozandote la piel ya te sientes morir. Por ella.

Reaparece ante ti, pero tu lo ves desde fuera, su tez palida, el cabello dorado que cae hasta los muslos, desearías tocarle,pero una fuerza te impide dar paso alguno, estas anclado observando todo lo que es capaz de hacer contigo y, una de ellas es dejarte a un lado, impacientemente esperando.

El calor inunda el espacio, todo se vuelve de color rojo mientras ella baja besando un cuerpo que es tuyo, pero que no lo alcanzas a sentir, solo un anhelo de creer que realmente eres tu;sus besos, dulces, van dejando un rastro de carmín ahí donde pasa, la saliva y el sudor se entremezclan en el dorado de su piel, mientras el rojo sangre va goteando, regalimando piernas abajo, cayendo sobre una pequeña tetera roja, portadora del amor extraído de tu cuerpo y de sus labios.

Ya está bien, mírame, no soy ese, estoy aquí, ven, ven, ven, piensas lo más fuerte que puedes, es en vano, ella no te oye, o quizá no quiere oírte, desea que estés ahí, observando como lame cada parte de ese cuerpo inerte, sin sentido alguno, acariciando su pecho y espalda mientras te observa impasible, sabe que la deseas, que te mueres por morder una parte de su cuerpo, cualquiera, la que ella mas desee, la que ella te permita, por favor, con solo oler su piel marina, por solo saber cuanta sal recorre cada poro de su piel por solo…

Lanzando el cuerpo a un lado, medio moribundo, camina hacia ti con la tetera roja entre sus manos, llenas del rojo carmín. Huele tu miedo, y lo sabes. Está a penas a medio centímetro de tocarte, tu corazón no para de latir cada vez mas atropelladamente que la anterior, vamos, lánzate, tocala, debórala, te lo está pidiendo, demuéstrale quien eres, enséñale que puedes ser igual que ella, que ya estás listo. Te mira y , acto seguido las carcajadas nacen de su boca roja burlandose de ti; no lo permitiré, no me vas a dominar mas…seré yo quien te domine !Seré yo¡ ! YO¡

De repente vuelves a sentir la sonrisa interior que te ha perseguido durante todo el día, te abalanzas sobre ella, la coges de la cintura y muerdes sus labios carmín que tanto has deseado, jugosos, calientes y dulces, su cuerpo caliente, es tan tierno y suave como habías imaginado, sus ojos no paran de mirarte, pero ahora el rostro ha cambiado, ya no es la fiera que acecha, sinó la víctima de tus deseos, tu dulce ambición. Notas como poco a poco bajo tus carícias se va dejando dominar, e incluso suspirar de placer. Te desea. Un mordisco juguetón, una muestra de picardía aparece en tu cuello que poco a poco va derramando un hilo de sangre, no importa, la tienes a ella, entre tus brazos, lamiendo su cuerpo, agarrando su larga cabellera dorada, sintiendo sus nalgas turgentes bajo tus manos…Eres mía, ya no escaparás.

Mientras tanto ella va mordiendo tu pecho, cada vez más rojo, es como una niña exploradora en el mapa de tu cuerpo.

Decides seguirle el juego y morderla tambien, desde las pequeñas orejas de ninfa, el cuello, los labios y los pomulos, su lengua de serpiente, escondida entre sus dientes que a la vez pretenden morder la tuya, simple y llanamente humana. Sangre y sudor se entremezclan, y de alguna manera, extraña de explicar, van a morir en la pequeña tetera roja. Caéis al suelo, medio inconscientes pero con un hambre insaciable; ella encima de ti empieza a arrancar severamente con los dientes los dedos de una mano, escupiendolos a un lado, mientras tu deboras su pecho con la mano que te queda y, cogiendola del pelo la separas de ti.

Pequeña vívora, me estas matando de amor, pero hay algo que aun no has provado, le dices, mientras ella te mira extasiada, rebosante de sangre, tanto tuya como suya; cae al suelo cual gata en celo e impregnada del placer sonríe. Empieza nacer otra vez aquel miedo interno, pero decides no hacerle caso, te sientes desfallecer, has llegado muy lejos, demasiado para hecharse atrás, así pues, un tortazo irrumpe en su sonrisa burlona y se hace el silencio; solo te queda una mano, pero consigues levantarla y empotrarla contra una pared, de cara a la pared. Lamiendole la espalda mientras ella grita, te introduces cual puñal en su bajo vientre, caliente,pequeño y húmedo rincón de esta salvaje. El último suspiro del hombre, el placer más grande y, ella gritando de placer, contorsionando su espalda de la cual corren gotas y gotas de sangre de todas las partes de su cuerpo, sientes que te pide mas en cada horcajada, en cada puñalada y tu se lo das, mientras la muerte va llegando. Tu cabeza apoyada en su hombro, tu mano en su vientre, y su culo en el tuyo, sus gritos son ensordecedoramente divinos, son la muerte camuflada de placer, le dices que grite mas, mas y mas, mientras una fuerza descumunal se apodera de ti, pretendiendo explotar de una vez ambos cuerpos; los pies bañados de amor, cuerpos incandescentes y jadeantes mientras la mañana va naciendo, ella grita y se retuerce entre la pared y tu cuerpo que la aprieta cada vez mas para que no se escape. Para que no acabe.

La luz del día entra de nuevo en la habitación, un cuerpo se intuye bajo las sábanas, manchadas de un rojo carmín, unas miradas se entrecruzan, las de un dibujo colgado en el techo y las de él, vacías de vida, pero extrañamente satisfechas, como si el espacio entre la cama y el techo realmente no existiera. Como si fuesen uno, porfín.

El sonido de una tetera hirviendo suena en la lejanía, fuera de esta habitación, del piso, del edificio, como un canto misterioso. Es el llanto de quien ha perdido la vida por amor.